El código de la vida es quizás el tesoro más valioso que se halla descubierto en la historia de la humanidad, es evidente como ahora la naturaleza, por efecto del hombre, se considera “maleable”, pues responde a todo tipo de interacciones humanas ya sean culturales, científicas o tecnológicas.Cada uno de nosotros tendemos a buscar los elementos necesarios para apropiarnos de un mundo que cada vez está más en nuestras manos y es entonces cuando se convierte mi DNA en un tesoro, nace con una comunidad que provee a la humanidad de un back up de información genética. Para qué? Pues bien, cada nueva invención humana crea nuevas dinámicas de interacción con nuestro entorno, queda en manos del amplio libro de nuestra imaginación concretar qué sucederá con esta información, tal vez llegará a manos de nuestra descendencia quienes se valdrían de estudios antropológicos para conocernos, pues “quien conoce su pasado conoce su futuro”, y hasta tal vez caiga en manos alienígenas quienes revivirán la raza humana después de extinta.
En repuesta, por ser parte de esta comunidad obtendremos nuestro código genético en un dispositivo USB que claramente será atesorado por cada uno de nosotros, pues la información contenida en este objeto es nuestro deseo por la permanencia eterna en este mundo; la sensación de que algo de nosotros quedará aquí cuando desaparezcamos. Es así como partiendo del hecho de atesorar se concibe el elemento como una joya que busca convertirse en objeto de culto pues es un objeto cotidiano que me permitirá capturar la esencia del ser humano, lo cual nos da una sensación de control sobre la vida a lo que según Arturo Escobar podríamos llamar Autoridad simbólica.
De esta manera se reinventan los conceptos de naturaleza y cultura, donde “Lo natural conoce la tecnología” pues ahora no se consideran opuestos sino complementarios, se necesitan el uno al otro para llevar el ritmo de las inquietudes del hombre que avanza con pasos de gigante hacia territorios desconocidos.
En repuesta, por ser parte de esta comunidad obtendremos nuestro código genético en un dispositivo USB que claramente será atesorado por cada uno de nosotros, pues la información contenida en este objeto es nuestro deseo por la permanencia eterna en este mundo; la sensación de que algo de nosotros quedará aquí cuando desaparezcamos. Es así como partiendo del hecho de atesorar se concibe el elemento como una joya que busca convertirse en objeto de culto pues es un objeto cotidiano que me permitirá capturar la esencia del ser humano, lo cual nos da una sensación de control sobre la vida a lo que según Arturo Escobar podríamos llamar Autoridad simbólica.
De esta manera se reinventan los conceptos de naturaleza y cultura, donde “Lo natural conoce la tecnología” pues ahora no se consideran opuestos sino complementarios, se necesitan el uno al otro para llevar el ritmo de las inquietudes del hombre que avanza con pasos de gigante hacia territorios desconocidos.
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