Es indiscutible como dos cosas que son tan diferentes se complementan. Nosotros vivimos una cotidianidad algo alejada de la naturaleza, de bosques y rocas, de sembrados y vacas y aunque hace parte en nuestra memoria arquetípica ya no es común; por otra parte el tipo de tecnologías que estamos explorando es nuevo, ya estos mecanismos no lo vemos pues su rara belleza siempre esta oculta bajo corazas plásticas.
Es muy bonito ver cosas que parecen de mundos opuestos unirse en uno solo, pues las ciudades a la vanguardia de la tecnología se caracterizan por su escases de flora y fauna, entonces ya que no podemos llevar la naturaleza a la tecnología, llevamos la tecnología a la naturaleza, no para que compitan si no para que se unan y sean más fuertes. De todas formas, no podemos evitar el daño que esta le causa, los plásticos no se degradan y los ruidos producidos rompen un poco con la tranquilidad del ambiente y fue imposible irnos sin dejar huella, una hoguera de plásticos quemados bastante tóxicos para todos, animales, plantas y personas.
Es una reflexión que debemos hacer, ¿Vamos a cambiar una cosa tan importante, especial y viva como la naturaleza por cosas, que por ser nuevas, queremos utilizarlas y porque seguramente tienen un valor adicional al de su uso en nuestra sociedad, nos hacen sentir mejor, como es la tecnología. Somos testigos de la felicidad que nos produce esta mezcla particular y poco común, queremos vivir en un equilibro y hay que replantear muchas cosas, materiales, funciones, energías, organizaciones, etc.
miércoles, 7 de mayo de 2008
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